Malaleche en pañales

coño! qué más malaleche que esta! acababa de escribir todo un periplo de mateo y se me borró. ahí voy oootra vez a escribirlo. en el momento cúspide de cambiarle los pañales. ese momento en todo parece suspendido en el tiempo. ese instante en que sin miedo a sonar a nueva era, literalemente, todo, pero coño todo, puede pasar. el carajito se orinó como fuente de plaza europea. el querubín parecía dibujado por Rubens cuando se cascada amarilla se volcaba gota a gota, casi como las balas de matrix sobre keanu, pero claro, esto es un relato de malaleche así que nadie esquivó nada. ni mi franela. ni mi jeans. ni mis brazos. mucho menos el hedredón de la cama y obviamente el piso de parquet padece de ahora de unas buenas y amarillentas manchas al mejor estilo elipuerto de la carlota. no conforme con la bautizada general que aplica el recién llegado sobre todo el que cruza su aúreo camino líquido. retrosedo de golpe con las futiles, y ahora imbéciles, ganas de ser keanu y una vez más me di cuenta de que I am NOT the one, obvio esto es malaleche.com, vuelvo a mirar al engendrito, él me mira de vuelta y como pincelada barroca dibuja una risa, no precisamente de mona lisa, sino de que se caga de la risa en mi cara. ya va! he dicho se cagó de la risa, literalmente, entre peos y carcajadas el niño me veía a mí mientras yo veía cómo mi mano se llenaba de mierda. el niño también se me cagó en la mano.

si se borra esta vez, que creo que me quedó mejor. no hay malaleche que por otra malaleche no venga. pues jódanse!