viernes, 14 de diciembre de 2007

De compras en er monte.

Legolas @ el monte. Temporada 1. Episodio 2.

En ésta oportunidad me encuentro en el automercado. Cuando entro, ya percibo algo raro, pues el ambiente no es de un automercado como el que todos conocemos, sino más bien el de un mercado persa, ó peor aún, un popular mercado de los corotos... iluminación pobre, colas interminables para pagar, poca ó ninguna disponibilidad de carritos ó cestas, y un fenómeno al que lamentablemente nos vamos acostumbrando, el de los anaqueles medio llenos (ó medio vacíos, para los intensos, los de RRHH y/ó relacionistas industriales).

En medio de éste ambiente tan pintoresco, me voy sin carrito y sin cesta al "autoservicio" de charcutería. Resulta que hay cosas en la vida que uno da por sentadas, y no siempre son tales, al menos en algunos lugares. Sí, en ésta verga no existe ese concepto, por lo que agarro mi ticket, #63 aún lo recuerdo, y la infame pizarrita mostraba el 17. Estoicamente resisto mientras el poco de viejas piden sus mariqueras y luego de alrededor de 45 min. me llaman para pedir mis vainas, solamente quería jamón y queso :-S.

Vale la pena recordar que, mientras esperaba mi turno, le pregunté a una señora que estaba a mi lado si aquí no había un autoservicio, en caso que la malaleche me estuviera nublando los ojos y estuviera haciendo una cola como un bolsa. Sin sorprenderme mucho, recibo la siguiente respuesta:

Mujer: "Tú no eres de aquí, verdad?"
Yours truly: "Ni de vaina"
Mujer: "Claro... No, aquí no hay autoservicio, y éste es el mejor automercado de la ciudad. Ni se te ocurra meterte en otro"
Yours truly: "Maldita sea"

Es así como, finalmente, recibo mis dos bandejitas de anime y me dirijo hacia la caja. Obviamente, there's no such thing as caja rápida, por lo que me meto en la cola más corta que consigo y que, indefectiblemente, y de acuerdo a las leyes de nuestro querido Murphy, terminará siendo una verdadera pesadilla. No me antojé de meterme en otra cola, sino en la que estaba la esposa de un tipo con pinta de gandolero rojo-rojito, la mujer esperaba que el esposo trajera "algo" para el carrito, y mientras el hombre no llegaba, ella dejaba pasar a la gente. Cuando viene mi turno, llega el hombrecito con alrededor de 60 kilos de carne, más otro carrito lleno de verduras. Para ponerle la guinda al pastel, el fucking chaburro pago en (adivinen): cash. Un mercado de 2 palos en cash... ahora este país de m... sí que es de todos.

Y así termina la historia de cómo éste simpático muchachito caraqueño (y caraquista) pasó 2 horas para comprar jamón y queso. Que viva PLC. Tareeeek gobeernadooor, Tareeeek, Tareeek (al ritmo de Oeeee- Oe - Oe- Oe, Oeeeee, Oeeee).

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