jueves, 26 de julio de 2007

Home Sweet Home

Basta.... Me convencí… sufro de malaleche hogareña y punto… para más colmo voy a terminar volviéndome loca… la malaleche me taladra el cerebro todas las mañanas de lunes a sábado puntualmente a las 7:30 am…
La historia comienza en Enero cuando Franz (mi esposo) y yo estábamos buscando apartamento para mudarnos. Ni les cuento de la malaleche sufrida en nuestro primer hogar… les ahorro ese capítulo de mi vida… Solo les digo que mudarse tres veces en 8 meses no es tan divertido… En fin… En Enero luego de haber visitado decenas de apartamentos en alquiler y de haberlos descartado uno a uno por motivos diversos y hasta divertidos –habíamos visto un apartamento/ático que tenía el techo tan bajo que no se podía caminar sin encorvar la espalda- encontramos nuestro actual hogar. Como buena pareja de recién casados pela-bola no nos detuvo el hecho de que a un metro de la ventana de la cocina y del cuarto hubiera un muro altísimo que no dejaba entrar luz a la mitad del apartamento. Firmamos el contrato, arrejuntamos nuestros peroles y nos instalamos en nuestro nuevo hogar sin problemas mayores. La felicidad nos invadía: habíamos encontrado el apartamento sin pasar por una agencia inmobiliaria por lo que nos ahorramos dos meses de alquiler como comisión a la agencia además -apartando el hecho de la poca luminosidad debida al mencionado muro- el nuevo apartamento no estaba nada mal: las ventanas, el baño y la calefacción son nuevos, con un poco de imaginación logramos transformar la decoración en forma satisfactoria, es bastante grande (o al menos más grande de lo que estábamos buscando inicialmente) y está bien ubicado. Para colmo de nuestra felicidad apenas nos mudamos y tuvimos la oportunidad de encender nuestras laptops nos percatamos de que agarrábamos la señal wireless de algún vecino y este mismo personaje, sin saber, nos ofreció conexión a Internet gratis.
La buena suerte se acabó a las pocas semanas, cuando un día la señal wireless apareció bloqueada con un password. No más Internet… pero eso no era todo… era sólo una señal de la malaleche que vendría después. A los pocos días de vivir sin Internet suena el timbre y entran a la casa tres desconocidos que nos explican que en la cuadra se va a comenzar una obra y que ellos vienen a verificar el estado actual del apartamento “por si acaso la obra causara daños se podrán resarcir a través del seguro de los encargados de la obra”… La cosa nos olió mal pero pensamos que a lo mejor la vaina era solo exageración burocrática. Una semana después el edificio de al lado y los edificios de atrás (los que colindaban a través del altísimo muro con nuestra cocina y habitación) estaban cubiertos de andamios. Que coño irían a hacer??? Nadie sabía.
El paso siguiente fue mover los pipotes recolectores de basura de la cuadra desde su lugar normal (que quedó inhabilitado por los andamios) a un nuevo lugar: en frente de la ventana de nuestra sala. Cabe destacar que nosotros vivimos en lo que sería la planta baja del edificio, solo que cuando se accede al edificio hay unos 12 escalones para llegar a la planta baja. En pocas palabras, aún si nuestra ventana no está al nivel de la calle pues casi casi se ven las cabezas de los transeúntes y con el asunto de los pipotes de basura pues teníamos su oloroso borde a un metro y medio de nuestra ventana. Era invierno y los malos olores eran ya desagradables cada vez que abríamos la ventana. Comenzamos a imaginar lo nauseabundo que terminaría por ser el olor cuando comenzase el verano y el calor hiciera de las suyas descomponiendo los desperdicios de nuestros apreciados vecinos. Yo comencé a maldecir a los europeos por no tener bajantes y un lugar cerrado donde recoger la basura… En cada cuadra hay los respectivos contenedores de basura (diferenciados según la clase de desperdicios para promover el reciclaje) y debajo de mi ventana se encontraba el más asqueroso de los contenedores: el de desperdicios orgánicos, es decir donde se bota cualquier verga que se pueda descomponer y causar mal olor. Franz fue mas inteligente que yo… mientras yo me limitaba a maldecir el elucubraba planes para salvarnos de la pudrición en nuestra sala. Todos los días apenas se hacía noche y la gente dejaba de transitar la calle empezaba a observar si lograba llevar a cabo su plan: mover el contenedor de basura sin que nadie se de cuenta. Para lograr su objetivo diversas cosas tenían que suceder: en primer lugar el aseo urbano tenía que haber pasado recientemente en modo tal que el contenedor se encontrase casi vacío y por ende se pudiera empujar con “facilidad”, luego el correspondiente espacio donde un carro se estacionaría debía estar vacío –cosa nada fácil porque la calle está siempre full de carros estacionados- en modo de proveer el nuevo lugar para el contenedor y por último nadie lo podía ver puesto que sólo el aseo urbano y bajo orden de la alcaldía está autorizado a mover los pipotes… El plan parecía bastante razonable puesto que apenas se moviera el pipote llegaría un carro a estacionarse debajo de nuestra ventana y con suerte el aseo urbano no podría devolver el contenedor a las cercanías de nuestra sala.
Aproximadamente luego de tres semanas con el pipote como fabulosa vista de nuestra sala todo sucedió: llegamos a la casa como a las 3 de la mañana, no había nadie en la calle, había un hermosísimo espacio vacío y el pipote no estaba full… Francesco se puso unos guantes de plástico y empujó con todas sus fuerzas el perol hasta procurarle un nuevo puesto en la cuadra. Efectivamente los días siguientes el aseo urbano no pudo recolocar el pipote debajo de nuestra ventana porque habían siempre carros estacionados. Luego nos enteramos que la jefa del condominio se encargó personalmente de asegurarse que la alcaldía no volviese a ordenar mover los pipotes así que el problema fue resuelto.
Ya sin preocupaciones observábamos como cada día llegaban mas maquinarias para la obra que estaba comenzando. No nos imaginábamos ni siquiera remotamente que iban a demoler los edificios que están alrededor del nuestro. Creo que no es difícil imaginar el ruido y el polvo que causa la demolición de casi media cuadra, sin embargo, el trabajo (para Franz) y los estudios (para mi) nos hacían salir de la casa tan temprano que no nos percatábamos del desastre que ocurre de día en la zona.
La próxima malaleche no tardó en llegar… en Mayo llovió bastante y las tuberías de desagüe del edificio se taparon en parte por el polvero de la obra… Cómo nos dimos cuanta del hecho en sí??? Muy simple… un sábado por la tarde Franz y yo hacemos una siesta y empieza a llover fortísimo. Yo le digo a Franz: “parece que lloviera adentro del apartamento no?” y el me dice “no vale!!!, es que llueve tan duro que el ruido de la lluvia es bestial”. Dos minutos después el ruido de lluvia no era normal, nos paramos y al salir del cuarto nos percatamos que desde el techo del baño y de la cocina llueve a cántaros. Inundación. Agua con olor a mierda. Obviamente se va la luz también. Llamamos a los bomberos y estos vienen a “tomar nota del incidente para informar al seguro”. Nadie nos ayuda a secar el agua de mierda. Los bomberos nos dicen que tenemos que esperar a que se sequen las paredes y el techo para volver a conectar la electricidad en el apartamento. Resultado: 3 días como refugiados en casa de mis suegros debido a falta de luz y olor a mierda.
Regresamos a nuestro querido hogar. Tratamos de olvidar el olor a húmedo que aún hoy se siente y no nos volteamos hacia arriba para no ver el techo del baño y de la cocina llenos de moho y manchas marrones. Llega la gente del seguro que hace una evaluación de los daños y concluyen que hay que re-frisar las paredes y techos de medio apartamento además de comprar una mesa y sillas nuevas para la cocina. Entre los trabajos pendientes anotan que hay que llamar a un electricista para que venga a ver porque demonios cuando encendemos la luz de la cocina se va la luz en todo el apartamento (aparentemente un cortocircuito causado por la inundación)… Sigo maldiciendo… vamos a tener que calarnos que rompan las paredes del apartamento y nos llenen toda vaina de polvo.
Entre tanto afuera ya derrumbaron los edificios de alrededor y nos empieza a entrar luz por las ventanas. Viene a la casa un electricista y un obrero y nos dan cita para septiembre!!!!!!!!! No joda…… Sin luz en la cocina (por fortuna es sólo la luz lo que falta porque los tomacorrientes tienen electricidad) hasta septiembre. Con nuestras manchas en el techo hasta septiembre. Oliendo el perfume de la humedad hasta septiembre.
Ahora terminé las clases. Tengo que escribir mi tesis pero igual me considero en una especie de “vacaciones”. Trabajo en la tesis unas 4 horas al día y aprovecho de ir al mar cuando baja el calor en la nochecita. Franz también está en una especie de “vacaciones”. Como buenos habitantes de este país tomamos vino casi todos los días. Llegamos a la casa algunas veces alegres otras veces borrachos. Nos acostamos a dormir medio muertos y ahora que no nos despertamos temprano las maquinas que clavan pilotes en la construcción nos empiezan a taladrar el cerebro a las 7:30 am, seis días a la semana… Mierda… si no nos despertáramos enratonados quizás sería más tolerable el ruido de los taladros a 5 metros de la ventana… Ahora cuando empieza a amanecer empiezo a tener pesadillas con los ruidos… Estoy enloqueciendo… Home sweet home!...

3 comentarios:

Legolas dijo...

So long, and thanks for all the fish.

And dijo...

Yes... so long...
Carajo me tenía que descargar!

Ache dijo...

jejeje. de antologia! yo creo que ni el 23 de enero pasan esas vainas... en el 3er mundo se vive mejor!